Los perfectos Reyes Magos

“El año pasado les oí entrar, pero cuando me levanté a decirles ¡Hola!, ya se habían ido”, “Yo me voy a dormir enseguida porque así vienen más rápido”, “¿Tú los has visto alguna vez?”… Son comentarios y preguntas frecuentes en las conversaciones de los más pequeños según se acerca el gran día: la Noche de Reyes o la de Navidad, según esperamos a los tres Magos de Oriente o a San Nicolás.

La noche se hace eterna y parece que la luna está más remolona que nunca. El rito nocturno es imprescindible. Hay que dejar preparados los zapatos bien limpios, el cuenco de leche y los mazapanes, para que los camellos o los renos puedan
comer algo que les proporcione fuerzas para seguir el camino, y puedan recuperarse del pesado viaje, del frío y de la larga noche de trabajo. Y por fin, por la mañana, llega el ansiado momento de comprobar que es cierto, que llegó la carta, la dirección que con tanto cuidado escribimos en el sobre no se ha borrado con el frío y la nieve. En el salón queda un poquito de leche, hay un par de dulces mordidos y…iSí! bajo el árbol hay paquetes para todos, envueltos con papel de colores y grandes lazos.
Los regalos están aquí y con ellos sus sonrisas, gritos y emoción. Lo más importante de ese día es la ilusión, la alegría y el mundo de fantasía que habéis logrado crear y en el que vuestro hijo se ha visto felizmente inmerso. Quizá lo menos importante es el juguete concreto que hay dentro de esos paquetes, pero aún así debéis elegirlo de manera adecuada. ¿pero cómo? Solo hay una forma: con tiempo y dedicación.

ESCRIBIR LA CARTA
Lo primero es ayudar al niño a redactar la carta a los Reyes Magos o a Papá Noel. Aunque en muchos centros comerciales y en algunas revistas de publicidad regalan cartas ya preparadas, lo mejor es que la haga él mismo con vuestra ayuda. Un folio, pinturas de color, rotuladores, purpurina y un poco de pegamento serán suficientes para hacer una carta muy, muy especial, que dejará sorprendidos hasta a los duendecillos de Laponia. El siguiente paso supone ayudarle a poner por escrito sus deseos. Si el niño es muy pequeño, se pueden recortar las fotografías de los catálogos de juguetes y pegarlos en la carta, así quedará clarísimo cual es el juguete que quiere y tanto San Nicolás, como los Reyes Magos sabrán enseguida reconocerlo. Durante la elaboración de la carta es importante preguntar al niño acerca de los juguetes elegidos, por qué esos en lugar de otros, cómo va a jugar con ellos…Mundo-fantasia

A veces, la única información que el niño tiene acerca del juguete es a través de los anuncios de televisión o la foto de un catálogo y eso puede llevarle a que lo idealice sin conocer sus posibilidades reales de juego. Una visita a una juguetería para ver el juguete directamente, puede ayudar al niño a tener una idea más ajustada de lo que va a pedir. Aunque los padres deben orientarle, el niño es el que decide lo que quiere pedir finalmente. Eso sí, lo tiene que pensar muy bien, porque una vez que eche la carta al buzón, será difícil cambiar esa decisión (aunque bueno, si es necesario, seguro que encontraréis la forma de enviar una nueva carta certificada urgente para arreglarlo).
Después, hay que firmar el escrito. Si el niño es muy pequeño y todavía no sabe hacerlo, lo que podéis hacer es poner su nombre y qué intente copiarlo, o al menos, que haga un garabato como si firmara. Las huellas de su mano o sus deditos también valen en estos casos.

PREGUNTAS COMPROMETIDAS
Los niños son curiosos por naturaleza y aunque su fantasía es capaz de hacerles creer cualquier cosa, a veces alguna no les queda clara del todo. Por supuesto, que para eso estáis los papás. Aquí es donde entra en juego vuestra imaginación y capacidad de convicción. Presentamos algunos desafíos habituales y las posibles respuestas.

  • “¿Cómo hacen Los Reyes Magos para repartir regalos a todos los niños del mundo en una sola noche?”

Después de tantos años de práctica, los Reyes Magos tienen totalmente planificado su recorrido mucho antes de que lleguen las Navidades. Han calculado muy bien cuanto van a tardar en levantarse, lavarse la cara y las manos, peinarse los cabellos y la barba, desayunar, cepillarse los dientes, dar de comer y beber a los camellos, ponerse la corona y la capa más calentita (porque aunque son reyes y además magos, también tienen frío si no van abrigados). Como ya tienen preparados los sacos con los juguetes, solo tienen que cargarlos en los camellos y ya están listos para partir. En todo esto suelen tardar alrededor de dos segundos, y eso porque son muy coquetos y les gusta abrillantar la corona y mirar en el espejo si se la han puesto correctamente, que si no, aún tardarían menos.

También han calculado el tiempo que les lleva llegar a cada ciudad y cada pueblo, encontrar la dirección de cada niño, que llevan perfectamente señalada en un mapa especial guardado en su memoria, aunque últimamente se están volviendo muy modernos y han empezado a utilizar un ordenador portátil y el GPS.

Pasarlo-bienCuando encuentran la casa, entran con mucho cuidado para dejar los regalos en el lugar adecuado sin despertar a nadie. Lo hacen tan, tan rápido, que aunque tengan que viajar por todo el mundo y entrar en miles de casas, les queda tiempo para tomarse un vasito de leche y comerse algunos de los dulces que los niños les dejan. Cuando han terminado de entregar todos los paquetes vuelven a su palacio de Oriente y se sientan a descansar y a disfrutar imaginando las sonrisas de los niños al abrir los regalos… hasta que se quedan dormidos y roncan y sueñan durante casi tres meses seguidos.

 

 

  • “¿Por qué no me han traído todo lo que pedí?”

Los Reyes Magos cuentan el número de niños de todo el mundo a los que tienen que llevar regalos y hacen una lista enorme con todos ellos, calculando lo que pesa cada juguete y el espacio que ocupa, para saber cuantos podrán llevar los camellos. Cuando los niños piden muchos juguetes, los camellos no pueden llevarlos todos y los Reyes Magos tienen que mirar con mucho detenimiento las cartas de los niños para elegir los regalos que podrán llevar. Si no lo hicieran así, los pobres camellos se desplomarían a medio camino y los regalos no llegarían a tiempo.

Estas son solo algunas ideas para salir del paso, seguro que si pensáis un poco, a vosotros se os ocurrirán muchas más que dejarán tranquilos y convencidos a vuestros hijos (al menos, de momento).

DESAPARECE LA MAGIA
Entre los tres y los cuatro años lo real y lo imaginario se entrelaza en la mente de vuestros hijos, por eso pueden vivir la
Navidad y las historias que les contamos de una manera tan mágica. Alrededor de los seis o siete años, el niño pasa de una etapa evolutiva a otra mucho más compleja, que le permite relacionar casualmente acontecimientos que hasta entonces no relacionaban. Por ejemplo, puede empezar a caer en la cuenta de que Papá Noel entra por la chimenea, y en casa no hay chimenea; es capaz de fijarse en que la barba de los Reyes Magos no es tan real como la del abuelo… y todo esto confirma lo que está empezando a sospechar y que algunos amiguitos del cole ya le han anunciado: Los Reyes Magos no existen, son los padres.
Algunos niños se sienten mayores e importantes con el descubrimiento y no paran de decirle a todo el mundo que ya saben la verdad, aunque en el fondo quisieran no haberlo descubierto todavía. Otros, casi prefieren disimular por si acaso se acaban los regalos. En cualquier caso, los padres debéis seguir manteniendo la magia, aunque todos sepáis que es solo un ritual.
Vuestros hijos siguen siendo niños, con necesidades e intereses de niño, y aunque haya desaparecido parte de la fantasía, aún continúa ahí la ilusión y las ganas de pasarlo bien y salir de la rutina del resto del año.
Ahora podemos ayudarle a que comprenda que estas fiestas no son tan especiales solo por los regalos, sino porque se comparten con las personas a las que queremos. A los niños les encantan las tradiciones, las reuniones familiares y comprobar que todo se sigue disfrutando de la misma manera. Pero ahora que saben que los Reyes Magos y Papá Noel podemos serlo todos, es el momento de proponerle que haga sus propios regalos (dibujos, manualidades…) para que
aprenda que lo importante de esos regalos no es su valor material, ni la perfección con que estén hechos, sino la intención y el cariño con que se hacen.

ELEGIR LOS JUGUETES
El juego es parte esencial de la vida del niño, a través de él aprende y desarrolla su afectividad, sociabilidad, inteligencia, imaginación y creatividad. Además, es un vehículo de expresión de emociones y sentimientos. Cuando vamos a comprar
un juguete, normalmente pensamos en la ilusión que le va a hacer al niño abrir el regalo, pero es necesario pensar que este juguete es el objeto en el que se apoyará su actividad lúdica y que la eficacia de un juguete radica en su capacidad para estimular el aprendizaje y desarrollo del niño.
juguetes-adecuadosUn juguete complicado, demasiado delicado (que no se pueda apenas manipular porque se rompe) o que lo haga todo y el niño solo pueda mirar, no es la mejor opción. Un buen juguete es aquel que es seguro y adecuado a la edad del niño, pero también a su forma de ser, a sus inquietudes e intereses personales. Es un juguete que se puede manipular y usar de diferentes formas, que desafía sus habilidades y que potencia su imaginación y creatividad.
Según datos de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AFEJ), durante la época navideña se concentra el ochenta por ciento de las ventas anuales de juguetes. Este dato debe hacernos reflexionar sobre qué juguetes realmente precisa cada niño y si este deseo es real o tiene que ver con el bombardeo publicitario. Los niños juegan con todo lo que hay a su alrededor. Para que un niño se divierta y se desarrolle no le hacen falta juguetes complicados o muy elaborados. El niño juega con su cuerpo, con los adultos, con ruidos y gestos, con otros niños, con juguetes y con los objetos de su vida cotidiana. Cada niño tiene su forma particular de jugar y usar los juguetes y su juego se modifica y evoluciona con ellos. A cada edad corresponden juegos y juguetes determinados.
Con una elección acertada podéis trasmitir a vuestro hijo valores y estimular su desarrollo. Pero nunca debéis olvidar que solo hay una cosa que a los niños les gusta más que jugar y es jugar con sus padres.
Compartir sus juegos es el mejor regalo que le podéis hacer, es una buena forma de conoceros mejor y una estupenda forma de educar. Por eso, tirarse al suelo en pijama para compartir la mañana de Reyes o Navidad abriendo los regalos con vuestro hijo, sorprenderse junto a él con los llamativos lazos y envoltorios y contagiarse de su entusiasmo, será la mejor forma de hacerle sentir lo mucho que le queréis y cuánto disfrutáis viéndole feliz.

Compartir-juegos

El primer año: el niño necesita madurar sus sentidos, su coordinación motora y su dominio espacial. Empieza a decir sus primeras palabras y le fascina todo lo que se mueve o emite sonidos. Sus juguetes: arrastres, correpasillos, juguetes con sonido, peluches y todo lo que puedan chupar, morder, agarrar y manipular.
Alrededor de los dos años: a esta edad el niño es un verdadero torbellino, mira y toquetea todo, corre por la casa, repite todo lo que oye e imita todo lo que ve. Le gustan los cuentos con dibujos, las construcciones y los puzzles, las pinturas, cajas en las que meter y sacar todo tipo de tesoros, juguetes para imitar a los papás: teléfono, cacharros de cocina…
Entre los tres y los cuatro años: el juego tiene un marcado componente imitativo y la clave es la imaginación y la fantasía.
Desea moverse por el espacio y descubrir como son los juguetes por dentro. Le gustan los triciclos y bicicletas, las construcciones, cuentos con imágenes, guiñoles y marionetas, pinturas, plastilina y material para disfrazarse y representar pequeñas historias que reproduce o inventa.
Entre los cinco y los seis años: comienza a entender la lógica de las cosas y a asociar conceptos, empieza a organizar y planear en grupo el juego y el papel de cada uno. Se interesa por los juegos de mesa, le gustan las manualidades, construcciones de casas o castillos, cuentos de historias ilustradas, disfraces, patines y bicicletas, balones y muñecos realistas.
A partir de los seis años: adquieren especial interés los juegos de reglas y el juego simbólico comienza a aparecer como un verdadero juego de equipo donde cada miembro representa un papel en una misma escenificación. Chicos y chicas juegan por separado y se interesan por la ropa y los complementos de moda. Les gustan las actividades plásticas, juegos de experimentación, libros de aventuras, complementos deportivos, disfraces, monopatines, juegos de mesa, ordenadores y juegos interactivos de diseño, estrategia y habilidad mental.

Hay que tener en cuenta:
• La manera de jugar y de ser del niño o la niña que va a utilizar el juguete.
• Las posibilidades de uso del propio juguete, que verdaderamente incite a la acción y el juego, no a la contemplación pasiva. El juguete más caro no es el de más posibilidades, sino aquel que consiga la máxima participación.
• La calidad, atractivo y resistencia del juguete para que pueda ser usado libremente.
• Los juguetes que el niño o niña ya tienen. Debemos estimular la variedad de sus juegos, pero pensando que un excesivo número de juguetes puede provocar que el niño o la niña no los valore ni los cuide.
• Sus verdaderos deseos y necesidades y no los que son fruto de la publicidad.
• Adquirir juguetes que puedan ser utiliza- dos del mismo modo por ambos sexos.
• Evitar los juguetes bélicos o los que inciten a la violencia.

juguetes-sexistasSEGURIDAD
En la Unión Europea todos los juguetes fabricados para niños menores de 36 meses deben cumplir unas determinadas normas relativas a su seguridad. Comprad los juguetes en establecimientos adecuados y fijaros en los materiales con los que están hechos, el tamaño de las piezas desmontables y su calidad y resistencia. El etiquetado debe incluir la edad recomendada, el nombre del fabricante, la marca comercial, marca CE, características técnicas y funcionales e indicadores de seguridad, que pueden estar representados mediante textos, dibujos o símbolos.

JUGUETES SEXISTAS
Un juguete no es sexista por sí mismo, sino que somos nosotros los que lo convertimos en ello. Si ofrecemos al niño el camión y a la niña la cocinita estamos favoreciendo esta concepción sexista. Si dejamos a los niños elegir hemos acabado con el sexismo independientemente de lo que escoja cada uno de ellos.

PRECAUCIONES
– Hay que asegurarse de que los juguetes para menores de 36 meses no contienen piezas que se puedan soltar ni bordes peligrosos. Verificar que los ojos y la nariz de los peluches están bien cosidos y que las costuras no dejan salir el relleno. El pelo debería llevar tratamiento ignífugo.
– Las instrucciones del juguete deben estar en castellano.
– Si el niño puede entrar dentro del juguete, comprobar que se puede abrir también desde el interior.
– Comprobar de vez en cuando el estado del juguete: el uso puede deteriorarlos y volverlos peligrosos.
– Aunque los juguetes cumplan con todas las condiciones de seguridad, los niños pueden utilizarlos de una manera imprevisible, por ello es importante no perderles de vista mientras juegan.

LOS JUGUETES EN CASA
– Deben guardarse en un lugar de fácil acceso para el niño, de manera que pueda cogerlos y colocarlos sin ayuda.
– Se pueden utilizar grandes cajas para almacenarlos. Si es así, es importante pegar una etiqueta fuera que identifique lo que contienen. Si el niño es muy pequeño, y no sabe leer, podemos hacer un dibujo o recortar la imagen del embalaje original y pegarlo en la caja dónde se guarda.
– Estanterías y baldas son sensacionales para guardar puzzles, cuentos, rompecabezas… Si se utiliza un baúl, en el que el niño pueda meterse, es esencial comprobar que no puede quedarse encerrado dentro.
– Los niños deben aprender a recoger sus juguetes.
– De vez en cuando viene bien reciclar los juguetes, guardar algunos y volver a sacar juguetes viejos para comprobar si pueden seguir usándolos.

Por Esther Herranz – Psicóloga 

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